martes, 23 de noviembre de 2010

LA SONRISA

Lograr que otras personas sonrían puede ser simple o una labor titánica. Un chiste estúpido, un comentario sarcástico, la desgracia de terceros y hasta la propia nos puede sacar una ínfima sonrisa, una babeante carcajada o una falsa mueca. Si lo analizamos con detalle, aquellos que hemos tenido la maldición/bendición de realmente amar y ser amados sabemos que lo mas hermoso de compartir una parte de nuestras vidas con esa personilla especial es precisamente sacarle una sonrisa. mi abuela siempre me dice que la mujer se enamora de verdad de aquel que la hace reír, realmente reír desde el fondo de su alma. Cuando conocí a Kasia me enamore a primera vista de su cara, dejaba al caminar una especie de esencia, un humor delicioso de autosuficiencia y feminidad que me maravillo. La veneré desde entonces, comenzamos a salir y finalmente le dije te amo. Se quedo callada, es normal, finalmente no sentía lo mismo, los seres humanos nos arriesgamos mucho al decir esa frase milenaria, dejamos al descubierto el hecho de que necesitamos y deseamos que nos necesite otro ser y de no ser correspondidos una especie de espada fría y afilada perfora nuestros descubiertos corazones. No me rendí y meses después dije un comentario que honestamente ya no recuerdo, pero ella comenzó a reír, dios como se reía, hasta lloro un par de lagrimillas de absoluta felicidad. Me abrazo y dijo, te amo, en sus ojos veía la honestidad que solo viene del fondo del espíritu y fui durante unos años sumamente feliz con ella. Un día, llorando, me dejo, se volvió ambiciosa y liberal y se fue. Dondequiera que este espero sea feliz pues a mi me dio felicidad.
Sin embargo, ahora que me hallo solo, realmente solo, habiendo pasado ya tanto tiempo debo de admitir que la sonrisa mas difícil de obtener no es la de nuestros congéneres, los que nos dieron la vida o los que nos amaron, sino la nuestra. Carajo, saben de que hablo, no hay nada mas difícil que recuperar esa mueca involuntaria de paz y locura que mueve los músculos de la cara, tensandolos y drogándonos de felicidad.
Mi abuela esta equivocada en algo, no es solo a la mujer a la que enamoras realmente al hacerla reír, sino a cualquier ser humano incluyendote a ti... imagina una vida sin sonrisas...

sábado, 20 de noviembre de 2010

"MI NOMBRE ES FRANCIS GAUNER" cuento ganador del segundo lugar de cuento de la facultad de quimica de la UNAM 2009

“En honor a Poe y Lovecraft que seguramente viven en otra dimensión”

1

Qué curioso que a pesar de estar rodeado de un paisaje tan maravilloso y sano, mi alma se encuentre aun intranquila, curioso pero no imposible, pues las cosas que he visto podrían haber traumatizado a mentes menos fuertes y versadas que la mía. Yo soy o solía ser Francis Gauner. Esta mañana un sol opaco calienta el pequeño escritorio de caoba latonada donde escribo estas palabras y a pesar de sentir sus vitales rayos en mi piel estoy temblando de frío por el recuerdo, el recuerdo de lo imposible. Imposible es para mí una palabra ya inexistente, igual nunca creí mucho en ella por considerarla una excusa de los débiles para no enfrentar retos, pero ahora tiene un nuevo lugar en mi vida, imposible no existe en ningún nivel cognitivo humano, esto me lo enseño el horror de un saber milenario.

Me hallaba yo pasando una mala racha en mi vida cuando él apareció, mi esposa me había dejado por alcohólico y porque llevaba casi un año sin empleo. Yo era escritor y escribía columnas de sociales para la gaceta de la ciudad, en una ocasión, pasado de copas como de costumbre insulte al editor, por lo que más tardo un gato en maullar que yo en ser echado a golpes de la fiesta y de las oficinas, tirando mi prestigio social y laboral al caño, nadie me contrato después de eso, aun lo recuerdo, le llame calvo impotente a la mitad del brindis… Para colmo de males tuve que dejar mi apartamento en la calle Fontain numero 221 pues no podía pagarlo y estaba sumamente endeudado. Justo la madrugada que me echaron a la calle lluviosa con mis pocas pertenencias, llego él, en su flamante automóvil y se estaciono frente a mí, era un vehículo caro y casi único por aquellos alejados valles donde habían construido la ciudad de Rulertime y hablaba de que el dueño debía ser un hombre extensamente adinerado porque por aquellos tiempos el modelo T que ostentaba como dueño era el primer auto construido en serie realmente práctico y funcional. La puerta del conductor se abrió y bajo un anciano menudo y encorvado, de piernas delgadas y brazos largos que terminaban en un par de manos que casi colgaban a la altura de las rodillas, el hombre fue directo a mí, pero no podía apreciar sus facciones pues un sombrero de copa morado y el cuello de una larga gabardina negra le cubrían el rostro. Cuando se paro frente a mi dijo con una voz carrasposa, ligeramente aguda y muy gutural -¿Francis Gauner? ¿eres tú pequeño?-¿Pequeño?, pensé entre mi ¿quién era ese hombre?-Si para servirle ¿señor?- Solivan, Edmond Solivan, pero no me llames señor soy tu tío- al decir estas palabras retiro con su mano derecha de donde se asomaba el blanco olan de una camisa al parecer de seda fina el sombrero y pude apreciar un rostro escalofriante que no olvidare nunca, sus afiladas facciones se asemejaban a las de un fauno, estaba casi calvo, pero con el blanco y delgado cabello que conservaba en las sienes y en la nuca aun podía hacerse una cola de caballo que dejaba ver unas orejas deformes, casi inexistentes que coronaban un rostro pálido, casi amarillo a excepción de unos labios oscuros y morados, pero fueron sus ojos, ese par de llamas luciferinas que me fijaron los pies al piso al contemplarlos de frente los que me hicieron pensar que ese hombre no pertenecía a este plano existencial.

Yo lo recordaba vagamente, un recuerdo borroso en las imágenes de mi embrutecida mente, escenas de mi infancia, la familia lo expulsó, lo alejó, decían que era raro, pero no se referían a su aspecto, sino a su ser, a una vaga sensación de miedo que generaba con tan solo verlo, los perros se alejaban de el y le ladraban hasta sollozar cuando los miraba a los ojos. Se dedicaba afanosamente a la ciencia, a los 25 años comenzó a viajar por el mundo agotando su escaza herencia, años después empezó a generar una increíble riqueza obtenida supuestamente de negociaciones con indios y tribus meridiorientales con las que entabló comercio en algún punto de su historia. Aquí comienza su extraña leyenda y es esta también la razón de que la familia lo alejara, nunca nadie lo vio haciendo negocios, no transportaba nada ni generaba algo, no tenia tierras de cultivo o fabricas, solo un bote de carga en el que se adentraba en las tardes de solsticio de verano al mar junto con algunos marineros, bien entrada la noche se escuchaban voces y graznidos horribles, al día siguiente regresaba cargado de oro, piedras preciosas en forma de ornamentos y armas antiguas que luego fundía o vendía a otros estados y países, sobre todo Inglaterra y Suecia.

Su voz me saco de mis cavilaciones –Anda tontuelo abraza al viejo tío Edmond- al decir esto se abalanzó sobre mi para darme un abrazo y sonrió con dos hileras de putrefactos dientes negros de donde salía un olor asqueroso, cuando menos lo noté ya me estaba abrazando y pude constatar que a pesar de la edad que aparentaba era un tipo fuerte. Un escalofrió me recorrió al sentirlo cerca y me hizo alejarme con una sonrisa nerviosa, casi me caigo de un súbito vértigo al alejarme, fue en ese momento cuando note que no era solo la impresión del aspecto del viejo había un aura sobrehumana en ese ser…o yo necesitaba otro trago de whisky.

Con palabras detalladas me habló de sus viajes y de cómo extrañaba a mi madre, su hermana y que al venir a visitarla se entero de mis desgracias y vino a redimir el daño de su ausencia, en el fondo lo agradecí, estaba desesperado y hubiese aceptado la ayuda del mismísimo diablo, por lo que aun con cierta desconfianza tome mis maletas y subí al negro modelo T que enfilo hacia los confines de Rulertime donde solo había bosques oscuros y marchitos, un mar embravecido, alguna granja abandonada y al parecer la casa del tío Edmond.

2

En el camino me percate con la tenue luz de la luna que lo que en un inicio confundí con las mangas de una camisa blanca de seda eran en realidad vellos blancos que provenían de las manos de mi tío. –Pronto llegaremos- sonreía mientras hablaba y sostenía un puro medio fumado y medio mordido que se encendía con unas brazas demoniacas reflejadas en las pupilas de ese hombre que me miraba de reojo. Casi me desmayo cuando al retirarse el puro de la boca, sus ojos aun resplandecían. ¿En que clase de predicamento acababa de meterme? Créanme, si en aquel momento lo hubiese sabido me habría arrojado del vehículo en marcha sin importar nada. Lo único que me impidió desfallecer fue un penetrante olor a humedad en el auto, como si hubiese sido recientemente usado para transportar algún tipo de anfibio o reptil. Antes de que pudiera hacer algún comentario Edmond respondió-Realizo experimentos sobre como ampliar la miserable vida que dios nos dio, las ranas del Brasil son casi inmortales y se regeneran continuamente, esta mañana e traído unas cuantas cajas del puerto a la casa, será mejor que te acostumbres al aroma- .

El puerto se ubicaba a dos o tres Km de la ciudad pero al parecer, según deduje del fuerte olor a sal que circundaba el aire estaba cerca de mi nuevo hogar. Al llegar con las primeras luces de la mañana mis ojos contemplaron con asombro una visión insólita que me hizo olvidar mis temores y me provocó una melancolía incomoda en el corazón. Baje del auto y ante mi se erguía sobre una escarpada punta que caía por unos 100 m hasta un mar embravecido, alimentado por la constante lluvia que caía de un cielo que se volvía tormentoso, un castillo de otra era coronado por 5 poderosas torres, 4 en los costados y una mas alta que el resto en el centro. Si bien este clima era común en la región la imagen sobrecogía. El castillo de grises paredes parecía haber sido construido en el siglo pasado y por su ubicación seguramente había costado la vida a muchos obreros, las ventanas eran redondas y el lugar simétrico. Le faltaba mantenimiento y una lama verde-azul crecía en las paredes de toda la estructura, excepto en las 5 puntas coronadas por un techo cuadrado y puntiagudo, de madera roja, vieja y podrida. Una de las torres, la más alta que se erguía desde el centro de la construcción tenía incluso un hoyo por donde entraba la tormenta naciente. En general el lugar era solido, hecho para durar. La larga puerta de madera negra fue abierta por 2 hombre grandes y tozudos de piel verdosa y cara oculta en negras bufandas, marineros sin duda, ¿Cómo olvidar ese aroma penetrante a pescado en mis compañeros de juerga en las tabernas? en mas de una ocasión había probado los duros puños zalameros de esos hombres sobre todo por apuestas mal pensadas y agudos comentarios respecto a su infrahumana forma de vivir. Me pregunte si aquellos 2 y muchos mas que descubriría entre la servidumbre de mi tío no me recordarían de alguna parranda. Tomaron el par de maletas que representaban toda mi fortuna material y entramos en un pasillo largo que daba a un patio amplio y maltratado por la maloliente humedad. Olía a pescado, las paredes internas del pasillo que llevaban al patio estaban cubiertas de un espeso moho verde que volvía la atmósfera pantanosa, agua encharcada y oscura se acumulaba por todo el recorrido, no le di gran importancia a estos detalles, el tío Edmond parecía ser una persona sumamente descuidada con su aspecto físico, que se podía esperar de su domicilio, además vivía cerca del mar, el castillo era viejo y era bien sabido por todos que en Rulertime y sus cercanías siempre estaba lloviendo o el cielo se nublaba, raros y escasos eran los días cuando el sol calentaba el lugar. Finalmente al cruzar un patio empedrado con jardineras grises y descuidadas entramos por una enorme y cuadrada puerta de roble a la estancia, me llamó poderosamente la atención las repulsivas imágenes grabadas en la puerta, seres con piernas en forma de tentáculos y ojos saltones se retorcían en una maraña grotesca alabando a una especie de deidad gigantesca con forma de saurio que me recordó poderosamente a dioses primigenios adorados por tribus orientales. Edmond miraba mi cara mientras sonreía al ver mi asombro y extrañeza-¿Quién…?- pregunté sin quitar la vista de los afilados dientes de ese ser -¿Es…? los yupiku de las islas Moha lo llaman Dagón, es bueno para ahuyentar vendedores y visitantes indeseados he he- dijo como si adivinara mis pensamientos.

Al entrar vi una habitación que no estaba en tan malas condiciones como pensaba, una sala grande y cómoda se completaba con una inmensa chimenea que representaba nada mas y nada menos que la boca de Dagón abierta, las paredes estaban desnudas excepto por una extraña colección de armas de inusual manufactura incluyendo cuchillos de diversos tamaños al parecer de una aleación de oro y cobre, todos eran vistosos y afilados. -¿Tu colección?- pregunte mirándolo de reojo. –Si, los yupiku los fabrican para sus ceremonias de sacrificio a Dagón- respondió sin interés, recordé entonces las historias sobre sus viajes nocturnos y me pregunte si estos objetos provendrían de esas salidas y mas aún si no estarían manchados de sangre humana –Salvajes- dije yo, entonces Edmond volteó y dijo con sorna y furia –No juzgues con tanta facilidad lo que no entiendes ¿salvajes dices?, ¿acaso no lo son también los enfermos que alaban a un hombre torturado y crucificado?, esos “salvajes” son mas sabios de lo que la humanidad será en dos eternidades- después de decir estas palabras miro el techo y volvió a ser el mismo anciano simpático de siempre -Ven, te mostraré la casa- lo seguí en silencio.

Me advirtió que solo el área central me estaba permitida por cuestiones de seguridad, al parecer las torres laterales de estaban desmoronando, hacia menos de un mes, intentando montar otro estudio para sus investigaciones, cinco trabajadores habían muerto en un horrible accidente…

3

Los primeros meses me dedique simplemente a beber toda clase de vinos y licores, casi no veía a Edmond pero me dejo hacer lo que se me antojo por un tiempo. Había una extensa colección de botellas que yo ni siquiera conocía y llego un punto en el que desconocí la resaca por hallarme siempre en un estado de embriaguez, sin embargo, esta actividad dejo de parecerme interesante por dos razones, primera como toda prohibición en la vida cuando deja de ser una prohibición se vuelve aburrida y la segunda razón fue que un día accidentalmente entre al ala sur del castillo. Me hallaba un poco ebrio y buscaba agua en la cocina, pero en lugar de eso llegue a una puerta hermosa de caoba roja que empuje con un poco de dificultad, dentro descubrí la habitación mejor cuidada del castillo, un techo abovedado de unos 5m de altura se alzaba sobre el suelo donde un impactante y monstruoso mosaico formaba al igual que en la chimenea de la sala la boca abierta de Dagón con sus filas de afilados dientes. Yo estaba en medio, como si me engullera, un escalofrió recorrió mi espalda, el horror que sentí al imaginar esa escena fue intolerable, una escalera metálica subía al segundo piso, donde solo un barandal limitaba la vista hacia el horrendo mosaico, subí para contemplarlo, era tan real que mi excitable mente creyó que en cualquier momento se movería, camine hacia atrás sin quitar la vista de la imagen hasta que choqué con algo a mis espaldas, al voltear descubrí un inmenso estante de madera de unos 3m de altura y fue cuando gire mi cabeza y vi mas y mas estantes por todos lados, me hallaba en una biblioteca y no en cualquiera esta era por lo menos tres veces mas grande que la de Rulertime y me atrevería a decir que también era mas grande que la biblioteca de la universidad de Miskatonic en Arkham, al norte de Rulertime, donde estudie mi carrera y donde pasaba largas horas del día. Me sobrepuse del espanto y comencé a hojear los libros, me olvide del tiempo, la resaca y la sed. Me sumergí en la lectura de varios párrafos de muchos títulos, libros que había leído y libros que desconocía, cuentos, novelas, textos científicos y religiosos, historia, matemáticas, viejos y nuevos, todas las ediciones catalogadas pulcramente, era una mina, una fortuna incalculable de sabiduría milenaria y estaba a mi entera disposición, excepto por un estante negro que se hallaba cerrado con candados. La reja permitía vislumbrar los títulos que tras ella guardaban con un recelo apabullante, honestamente desconocía la mayoría de ellos, algunos estaban escritos en idiomas que ni siquiera reconocía, sin embargo enmudecí al ubicar por lo menos 5 libros que generaban aversión a los eruditos de la universidad. Yo nunca los había hojeado y ojala nunca lo hubiera hecho. Reconocí el Averdis Mundi de Lorezt, el Pozulta de Von Jutz, Salmodi Dagón de un autor desconocido, el Voz Cognoserum Mortis de Simón Pazoli, traducido del latín al inglés por Kraten Solví en el 1815 a pesar de la maldición reinante debido a la muerte de Simón a manos de las llamas inquisitoriales luego de ser largamente torturado y finalmente en un curtido forro de cuero se hallaba el maligno Necronomicón escrito por el árabe Adbul Alhazared hacia unos 7 siglos.

Durante los siguientes 6 meses me sumergí en la lectura de todos los textos que pude, mis vicios anteriores fueron sepultados por uno nuevo, más fuerte y divertido, sobre todo porque a los 3 meses de mi descubrimiento Edmond accedió con tremendo entusiasmo a prestarme los libros del estante negro y hasta pasó por alto mi curiosidad. Honestamente me causaban miedo y solo hojee algunos pues mi poco dominio del griego y el francés no me permitieron leer los demás. Me dedique a leer con una ferviente religiosidad el Salmodi Dagón, escrito en latín, este libro narraba la vida de los profundos seres híbridos, humanoides con apariencia de anfibios y peces que habitaban ciudades obscuras en el fondo del mar, se comunicaban solo con algunos elegidos con los que incluso llegaban a tener descendencia y proporcionaban a estos riquezas en grandes cantidades a cambio de un enorme sacrificio adoraban a Dagón, el libro lo describía tan grande, tan descomunal que un humano promedio podía caminar tres pasos sobre la punta de sus colmillos…

Ahí fue cuando comenzó mi suplicio primero al pensar que Edmond adoraba a Dagón por muy increíble que pareciera, segundo las pesadillas en ellas nadaba en un mar sin limite y podía sumergirme todo el tiempo pues respiraba bajo el agua, la sensación era hermosa. De pronto un punto lejano en el fondo se acercaba a mi a una velocidad increíble, cuando por fin podía vislumbrarlo del tamaño de un elefante distinguía con horror a Dagón que abría una boca negra, inmensa y malvada cubierta de afilados dientes, se enfilaba había mi. En ese momento comenzaba a nadar hacia la superficie pero nunca la alcanzaba y al mirar a mi perseguidor este se volvía colosal, sus fauces me hundían en una negrura infinita y comenzaba a ahogarme y nadar como un idiota hacia arriba mientras el aire escapaba en burbujas de mi boca con cada alarido que profería, finalmente Dagón rugía con tal fuerza que su voz me quebraba los huesos, me reventaba los ojos y los oídos, sufriendo un dolor indescriptible mientras me ahogaba, el me engullía.

En plena obscuridad volvía a respirar y no moría solo flotaba en sus entrañas por siempre sintiendo toda clase de dolores en la obscuridad de la ceguera y la sordera. En ese punto despertaba, sudando, gritando y a menudo sobre aquel libro. El sueño era tan real físicamente que debía ser producto de mi imaginación sumamente fértil para esas cosas, mi agonía en las fauces de Dagón nunca duraba mas de diez minutos pero de alguna manera yo sabia que la tortura era eterna. Esta y otras pesadillas similares en las que la única diferencia era la presencia de una ciudad con torres afiladas que se erguía en el fondo del mar me torturaron hasta el punto de temer dormir desgastando mi cuerpo con el estado de vela e iniciándome en el consumo de muchas drogas para mantenerme despierto.

4

Mi cuerpo comenzó a languidecer, baje de peso y finalmente unos meses después caí en cama con una fuerte temperatura y dolores punzantes por todo el cuerpo. Edmond no llamo a ningún medico –El muchacho esta listo prepárenlo. Alucinaba, veía imágenes de seres humanoides con agallas y caras de sapos revolcándose en una especie de orgía en una tierra pantanosa y obscura.

Los profundos daban chirridos espantosos y croaban… Edmond comenzó a darme a beber una infusión, el sabor era dulce y picante a la vez, su color negro me teñía los dientes como si fuese agua con tinta. En poco tiempo mejore, con ayuda del brebaje aumento mi peso y aumento mi velocidad, fuerza y destreza física, el único problema fue que mis dientes quedaron negros permanentemente y mi aliento nunca volvió a ser agradable, ahora entiendo porque Edmond tenia los dientes así. Las pesadillas desaparecieron y pude dormir en paz pues ahora solo me invadía un escalofrió durante el día cuando recordaba mis placidos sueños. En estos nuevos sueños nadaba en el fondo del mar, ahí donde no llegaban los humanos y habitaba sin ahogarme suntuosas ciudades llenas de profundos pero ya no les temía, ellos no se sorprendían de verme y sus espantosos graznidos se volvieron hermosas voces que cantaban bellas alabanzas a Dagón. Al despertarme me atemorizaba que en el sueño no tuviera miedo, y que en cambio me invadiera una infinita felicidad.

Comencé a salir a la playa, abandone mis vicios y me volví un gran nadador aunque yo nunca había nadado antes, el mar me llamaba con una voz sutil y un trinar envuelto en el oleaje.

Explorando la playa en la parte baja de un peñasco halle una gruta que conducía a una fuerte estructura de piedra, una escalera que bajaba hasta una cueva donde una especie de puerto colindaba con el mar demasiado tempestuoso para permitir la llegada de nave alguna. Meses enteros me pase frente a esa imagen y con el tiempo descubrí que en las noches de luna nueva, en la completa obscuridad del mar ciertas formas que reconocí como profundos se asomaban a lo lejos y se desdibujaban contra el mar, mi temor hacia esas imágenes fue disminuyendo con el tiempo y mientras mas brebaje bebía mas curiosas e intrigantes se volvían.

En una ocasión intente viajar a Rulertime, llevaba casi dos años viviendo en el castillo y deseaba salir me sentía bien así que me aliste. Cuando llegaba a la puerta dos enormes marinos me salieron al paso eran anormales yo estaba acostumbrado a vivir con ellos pero estos dos eran deformes sus quijadas sobresalían mostrando dientes pequeños y afilados, me miraron con sus ojos saltones y sin decir una palabra me arrastraron hasta la habitación de Edmond. Hacia varios meses que no lo veía, me habían dicho que estaba enfermo pero al llegar y contemplarlo postrado en su cama no vi a un anciano moribundo sino a un ser totalmente inhumano, no tenia orejas, ni cabello, sus ojos casi se salían de sus orbitas, su boca era por lo menos dos veces mas grande, su piel ahora verde y húmeda cubría unas manos grandes y membranosas, se alimentaba de lo que parecía ser un brazo humano. La impresión no me permitió hablar pues contra todos los pronósticos, contra toda la lógica y el raciocinio de la humanidad entera ante mi se hallaba un profundo. Casi con gemidos el tío Edmond hablo – Como ya supondrás por la lectura de aquel libro yo he pagado el precio de servir a Dagón, fue en uno de mis viajes hace mucho tiempo, fui herido de muerte en las Islas Mothan, los lugareños me dieron a beber un brebaje negro que me salvo la vida…sin embargo comencé a cambiar y fue así como me inicie en el culto. Mi tiempo en esta tierra se ha acabado, ahora me iré al mar donde viviré eternamente a lado de Dagón, y tu Francis serás el siguiente, pero no ahora sino mucho...mucho después pues aun tienes mucho que aprender, el castillo es tuyo al igual que mis fieles “hombres” –La vida humana, ese era el precio que se pagaba por vivir eternamente, estaba horrorizado no sabia que decir o que hacer, comencé a gritar como un desquiciado y aclamar a un dios que no respondía a mis llamados, vociferaba locuras y frases sin sentido, salí corriendo de la habitación. A una orden de Edmond intentaron detenerme por lo que tome una lámpara de aceite que tenia a mi alcance y amenace con ella a esas criaturas… –¿No lo entiendes hijo? ¡Es la vida eterna, la verdadera inmortalidad lo que Dagón te ofrece!- Grito Edmond casi suplicante – ¡No es la inmortalidad es una monstruosidad y me niego a permitirlo! – Y al decir esto arroje la lámpara contra el suelo, en pocos segundos la habitación quedo envuelta en llamas, los profundos croaban y yo corrí hacia la salida logre salir del castillo y al voltear lo contemple sumergido en el fuego, aquellos seres saltaban gritando hacia el mar y con la luz de las llamas pude ver que en la superficie del agua cientos de profundos me miraban…

5

Corrí a través del bosque pidiendo ayuda, tres días después fui hallado por un par de cazadores que me llevaron al hospital. Estaba fuera de mi en estado de shock y cuando por fin pude hablar y conté lo sucedido fui culpado del incendio del castillo además las autoridades me creyeron loco y me encerraron en un manicomio. Al mes logré fugarme ocultándome en una granja abandonada lejos de la ciudad, fue aquí donde mi metamorfosis comenzó. El brebaje era la sangre de Dagón. Mis orejas se cayeron, mis dientes al caerse dieron paso a dos hileras de pequeños colmillos afilados, mis brazos se alargaron hasta casi llegar a mis pies, lo peor es el hambre que solo se sacia con carne humana, me alimento de vagabundos y cualquiera que se aleje de la ciudad. La policía me esta buscando, pero ya no importa, Edmond tenia razón y cada día añoro mas el mar, en mis sueños Dagón me llama y esta noche responderé a su llamado. Que curioso el sol ya no me calienta, dejo este escrito por si no consigo mi objetivo pues estoy muy débil ahora que mi cambio es completo y no estoy cerca del mar, si me encontrasen muerto sepan quien fui yo. Gauner, Francis Gauner ahora a muerto para darme vida a mí, un profundo, un inmortal…

EPILOGO

RULERTIME 15 de agosto de 1909- Esta mañana la policía puso fin a la vida del maniático Francis Gauner ahora apodado “el hombre sapo” que escapara de un psiquiátrico hacia 9 meses y a quien se le adjudican las muertes de al menos 68 personas, al tratar de huir, la policía abrió fuego en 18 ocasiones pues no se detenía, su cuerpo mostraba horribles deformaciones, producto al parecer de un extraño mal congénito, en sus ropas se hayo una carta llena de disparates con lo que se confirmo que el era el asesino y de esta forma se dio fin a la ola de terror que aquejaba ala ciudad.

“…en las innombrables profundidades del mar, habita Dagón”

H.P.Lovecraft